| 
        " 
          Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. 
          Un hálito áspero crecía 
          en densas vaharadas, mientras las multitudes iban llegando. Venían 
          de las usinas de Puerto Nuevo, de los Talleres de Chacarita y Villa 
          Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, 
          de las fundiciones de acerías del Riachuelo, de las hilanderías 
          de Barracas... Hermanados en el mismo grito y en la misma fe, iban el 
          peón de tambo de Cañuelas y el tornero de precisión, 
          el fundidor el mecánico de automóviles, el tejedor, la 
          hilandera y el peón. Era el subsuelo de la patria sublevado. 
          Era el cimiento básico de la nación que asomaba". |  
        
        En 
          el Modelo Argentino, nuestra sociedad futura debe responder, con absoluta 
          plenitud, al concepto de comunidad organizada. Pero esta organización 
          no puede entenderse como la construcción de una máquina fría, rígidamente 
          trabada, donde los mecanismos de poder nublen la conciencia del hombre 
          y la conviertan en un engranaje despojado y vencido. El hombre es principio 
          y fin de la Comunidad Organizada, por lo que no puede haber realización 
          histórica que avasalle la libertad de su espíritu. No hay organización 
          posible si el hombre es aniquilado por un aparato externo a su propia 
          existencia. La Comunidad Organizada no es, por lo tanto una comunidad 
          mecanizada donde la conciencia individual se diluye en una estructura 
          que no puede más que sentir como ajena. Pero tampoco estoy predicando 
          un desencadenamiento del individualismo como modo de vida en el que 
          la competencia feroz transforme al hombre en un lobo para sus semejantes. 
          La solución ideal debe eludir ambos peligros; un colectivismo asfixiante 
          y un individualismo deshumanizante. Nuestra comunidad sólo puede realizarse 
          en la medida que se realicen cada uno de los ciudadanos que la integran. 
          Pero "integrar" significa, para nosotros "integrarse" y la condición 
          elemental de la integración del ciudadano en la comunidad es que la 
          sienta como propia, que viva en la convicción libre de que no hay diferencia 
          entre sus principios individuales y los que alienta su Patria. Esto 
          solo es posible si la comunidad defiende auténticamente los más altos 
          intereses del espíritu humano. De lo contrario, el necesario equilibrio 
          entre el hombre y la comunidad se destruye irreparablemente. El carácter 
          de "organizada" de la comunidad que nuestro Modelo define, alude, simplemente, 
          a ese equilibrio, a esa básica armonía que justifica y da sentido a 
          la existencia. Estoy convencido de que la comunidad organizada es el 
          punto de partida de todo principio de formación y consolidación de las 
          nacionalidades, no sólo en el presente sino también en el futuro. Para 
          organizar una comunidad se requiere la concurrencia de muchos factores. 
          En primer lugar, nada se edifica sin claridad de objetivos, sobre la 
          base de una ideología común que reúna a tales hombres, que sientan de 
          una misma manera, lo que se considera fundamental para el país. Es necesario, 
          además, instaurar un inalienable principio de objetividad. Que la organización 
          sea objetiva significa que todo fundamento de estructuración debe prescindir 
          de abstracciones subjetivas, recordando que la realidad es la única 
          verdad, y no puedo pensar otro criterio de objetividad que no sea la 
          voluntad del pueblo como guardián de su propio destino. Para que esto 
          sea posible deberemos alcanzar un alto grado de conciencia social, que 
          entiendo como la identificación por parte del hombre de sus derechos 
          inviolables, sin enajenar la comprensión de sus deberes. Por último, 
          si tuviera que decidirme por un factor aglutinante, optaría por la solidaridad 
          social, como fuerza poderosa de cohesión que sólo un pueblo maduro puede 
          hacer germinar. Estos factores colaboran para que la comunidad organizada 
          constituya un verdadero sistema, en la medida en que esté armónicamente 
          estructurada en todos los niveles que la integran. La organización de 
          la comunidad implica una tarea ardua que requiere programación, participación 
          del ciudadano, capacitación y sentido de sistema para su orden y funcionamiento. 
          Considero imperioso refirmar que la organización de la comunidad - al 
          igual que todas las organizaciones- debe estar en manos de quienes posean, 
          a través de su acción y experiencia, innegable vocación de servicio 
          público, aptitud de conducción, y capacidad concreta para el estudio 
          de las cuestiones relativas al desarrollo social del país. Tales ciudadanos 
          deben representar solamente intereses legítimos y aspiraciones justas, 
          actuando , por otra parte, con absoluta y radical autenticidad. No debe 
          olvidarse que la organización sirven, en la práctica, básicamente, por 
          la calidad de los dirigentes que tienen a su frente. Cuando la organización 
          supera al hombre y lo subordina, toda la idea de la conducción, como 
          arte de gobernar, desaparece por la debilidad de funcionamiento del 
          sistema. En síntesis, unidad de conducción, descentralización de ejecución, 
          y una concepción que emane del sentir del pueblo, son las pautas básicas 
          para la organización. La pluralidad del pensamiento y las críticas constructivas, 
          configuran elementos esenciales de esa misma forma de organización y 
          funcionamiento. Cuando la comunidad argentina esté completamente organizada, 
          será posible realizar lo que sigo interpretando como misión de todos 
          los ciudadanos: hacer triunfar la fuerza del derecho y no el derecho 
          de la fuerza. Me parece indudable que sólo la libre decisión es indispensable 
          cuando la áspera garra de la dependencia lo constriñe. De ahí que comunidad 
          organizada significa, en última instancia, comunidad liberada.  |